Tras cambiarnos de ropa, comer y rellenar los botes de agua en el km. 64 nos disponemos a seguir nuestra aventura, ya con los frontales encendidos pues apenas queda luz solar. Los primeros kilometros pasan de manera amena, combinando el trote, con zona de rampa en los que andamos, waseamos, y Cris hasta habla por teléfono con la familia pretoriana que le está haciendo un seguimiento online.
En un momento determinado escuchamos los
chasquidos de los bastones de un señor mayor que lleva un frontal que alumbra
menos que un candil, comparado con los frontales de última generación que
portamos y que son made in el chino de la esquina. El abuelete lleva un ritmo
infernal muy parecido al del conejito Duracell, así que rehusamos a plantarle
batalla y lo dejamos marchar.
Ansiosos por encontrar el avituallamiento
del km 80, en mitad de la noche alcanzamos a ver unas luces, y una voz nos
pregunta si alguno de nosotros es Toni, (lo escucharíamos a lo largo de los
avituallamientos venideros pues sospechamos que era el último corredor que iba
cerrando la carrera). En el avituallamiento nos encontramos con el organizador,
nos anima, volvemos a coger un plátano para el camino, y............nos indica
que todavía nos queda un cañon por superar, segun el perfil de la prueba (o
como yo creí entenderlo) lo más gordo ya había pasado.
El terreno vuelve a cambiar y nos metemos
en campos de cultivo, con una ruta poco definida lo que hace que tengamos que
prestar mas atención a las balizas reflectantes, por un momento dejamos de ver
balizas y toca intentar orientarse, deshaciendo el camino hasta la última
baliza y buscar la próxima. Esta situación es un poco mosqueante ya que cada
vez que nos extraviamos perdemos tiempo, orientación y energías pues recorremos
metros para no avanzar. En ocasiones al estar caminando por un carril entre los
olivos, me permito el lujo de wasapear con los amiguetes, mientras camino, tal
es la soltura que cojo que de repente me veo con los dos pies metidos en un
gran charco y maldiciendo en arameo por mi torpeza, para más inri, descubrimos
que llevamos tiempo si ver una baliza, vuelta a desandar el camino y encontrar
la ruta correcta, y para colmo el gran charco no pertenecía al camino oficial.
Desde aquí hay que prestar mucha atención a las balizas pues vamos por una zona
ni siquiera es vereda, y las balizas cuelgan de los arboles cada 10 metros
escasos.
La idea de trotar en llanos se nos
complica debido a la cantidad de piedras del camino y el riesgo a las
torceduras. En poco espacio dejamos atrás los campos de cultivo, los olivos y
empieza la subida al cañon que no dijo Domingo el organizador. Aproximadamente
estaremos sobre el kilometro 85, las temperaturas han bajado en pocas horas,
hace un frio que un simple cortaviento no es suficiente y empiezan unas cuestas
muy parecidas a la subida a la Ermita de los 101, estamos hablando de rampas
del 20%, que junto a que ya llevamos sobre 16 horas de carrera, nos obliga a
poner las manos sobre los muslos y subir inclinados. Aproximadamente serán 3 o
4 kms de subida pero la sensación de que acabamos de toparnos con el mítico
"muro maratoniano" es enorme, por un momento maldigo al organizador,
al que marco el trazado y al que se le ocurrió la idea de meter esta parte a
estas altura de la carrera.
Mucha atención a las balizas porque sería
desalentador perderse en ese tramo y andar cuesta arriba, cuesta abajo buscando
cruces. Logramos llegar a una zona llana y que serpentea casi en llano, para
iniciar la bajada de anteriormente subido, la bajada es técnica de nuevo nos
olvidamos de bajarla al trote. Y en un momento dado lo que nos
faltaba.....................Esther se nos cae, lo primero es socorrerla y para
ello le buscamos asiento en unas piedras, dice que se ha hasta mareado,
(canguelo lo llaman los gitanos). Le duele el tobillo, pero lo del mareo estoy
seguro que se debe a verse inválida en mitad de la noche, con el frio y en
sitio inaccesible para un vehículo. Por un momento y debido al
"jambre" que tenemos a esas horas, Cris y yo sorteamos la posibilidad
de hacerla filetes y comérnosla, moneda al aire y sale que se salva, así que,
hace sus primeros apoyos y comprueba que aunque dolorida, puede continuar.
De pronto, ante nosotros el
avituallamiento del km 94, atendido por dos chavales muy agradables, pero con
mucho frio. Ellos nos comentan que nos ven con mucho ánimo y de cachondeo, que
otros participante han pasado por allí en modo "zombie", algunos
buscando un frontal que curiosamente ya lo llevaban puesto. Nos despedimos de
ellos entre risas y Esther se propina una sonora patada a la mesa del avituallamiento
dejando ver que lo nuestro es solo fachada y que estamos más zombies que el tío
del frontal.
Una de las indicaciones que nos dan es que
una vez llegados a un punto cercano a Tabernas giremos a la derecha, pues
debemos ir a la planta de energía solar, en la lejanía vemos unas luces rojas
que indican la altura de las torres, lo que parecía estar a un paso, se vuelve
cuatro kilometros andando, después del incidente del tobillo de Esther nadie
sugiere echar a trotar. El frio se vuelve insoportable, decido dejar de bracear
y cojo las cintas de la mochila a la altura del pecho queriendo retener algo de
calor corporal. En ocasiones Esther se agarra de mi brazo y me vuelve a
recordar las bajadas del castillo del Tabernas a primera hora de la mañana.
Y diréis ¿y Cristina? ¿Por qué no escribe
sobre ella? Cristina lleva algunos kilometros capitaneando el grupo, los demás
al comprobar que el terreno es llano y sin piedras nos dedicamos a dormir, si
dormir, mientras caminamos. Yo con un ojo entreabierto no sea que venga otro
charco.
Llegamos a la planta de energía solar, un
coche de Protección Civil no facilita el cruce de la carretera y nos indica que
camino a seguir, segun nuestros cálculos en el GPS de Cristina, debemos de
llevar algo así como 107 kms por lo que el final está a 5 kms. El voluntario
nos indica que debemos de proseguir hasta encontrar otro vehículo de Protección
Civil (serán unos 5 kms) y luego ya nos quedarían 6 mas hasta Tabernas.
Salimos de allí, muy mosqueados, pues era
imposible que quedara tanto, y buscamos la explicación lógica, el chaval se ha
equivocado y ha querido decirnos que desde su posición al anterior vehículo había
5 kms y que realmente nos quedan 6 kms y así si cuadrarían nuestras cuentas.
Aquí viene el momento en el que se nos
junto el hambre con las ganas de comer, cuando sumas el frio insoportable, la
cantidad de horas en marcha, la fatiga, el sueño, la búsqueda de balizas, las
ganas de que todo acabe, pasa que algún miembro/a de la expedición ve gente
entre las olivas, ve autobuses aparcados en mitad del campo, otros/as ven
puentes enormes por los que pasan autovías, y casi hasta vacas moradas de
Milka.
Menos mal que de ese mal sueño nos
despierta otro vehículo de Protección Civil, (el mismo que decía el voluntario
anterior y que no recordaba que nos quedaban 6 kms) preguntamos de nuevo a los
voluntarios y nos dicen que lo tenemos hecho, pero no sueltan prenda respecto a
la distancia. A lo lejos vemos las primeras luces de Tabernas, que como paso
con la Planta de Energía Solar, está en el quinto coño, o lo que es lo mismo 6
kms.
Seguimos avanzando y todas las sensaciones
anteriores, se transforman en una sola, que se acabe cuando se tenga que
acabar. Ya estamos en Tabernas, y la organización nos obsequia con un bonito
rodeo por la periferia que en otra circunstancias se agradece, pero que a las
6:00 de la mañana toca un poco la fibra sensible, para remate y gentileza de la
casa, los ultimo cien metros son unas rampas de asfalto que nos hacen dar lo
poco que nos queda. Pasamos bajo un arco de META apagado, se vislumbran las
primeras luces del día, y ni un alma en el recinto. La sensación es un tanto
agridulce, no esperábamos la Filarmonica de Dublin pero coño, al menos una
bombilla encendida.
De repente, de la nada aparece Domingo el
organizador de la prueba y nos pregunta que de donde salimos, que si no habíamos
visto a nadie, y es que el chaval encargado de la meta se había quedado sopa en
el vehículo. Nos hace retroceder nos enciende la meta, foto de rigor, camiseta
finisher (esa es de las que se han sufrido) y ahora si, la II Ultra Trail
Desierto de Tabernas es nuestra.
Conclusiones:
Los aspectos positivos que destacaría de
esta experiencia, son el compromiso del grupo de no dejar a nadie atrás, ya sea
adaptando el ritmo, haciendo relevos, y no perdiendo los nervios por el
cansancio cuando no encontrábamos las balizas, etc.
El objetivo principal no era llegar en un
determinado tiempo, era terminarla los tres y eso se ha conseguido.
En lo personal, pues que decir:
De Cristina, los que la conocéis ya sabéis
del pie que cojea, mirada al frente, voluntad, tesón y siempre una sonrisa en la
cara, aunque caigan chuzos de punta. Los Pretorianos de Tomares tenéis la culpa
de inyectarle en vena ese espíritu.
De Esther, pues que mal que le pese a
ella, es la artista revelación de esta Ultra.
Con una mochila Kalenji que daba más
problema que el Ferrari de Alonso, con un tobillo cascado desde el km 92, (si
finalmente hicimos 115 kms, son 23 kms de agonía), y sin dar una queja, nos ha
demostrado que a coraje no hay quien le gane. Otra cosa son las bajadas, que ya
le estoy buscando un curso CCC de descensos, trialeras y vereas de cabras, que
seguro le va a venir muy bien.
¿Que si repetiría otro año? Por supuesto,
pero antes se nos deben de olvidar las fatigas que hemos pasado.
Espero no haberme dejado nada en el
tintero, y que el relato no haya sido muy coñazo.
Nos vemos en los entrenos previos para
nuestra cuarta aventura en los 101 de Ronda, en esta ocasión con mi señora.